SUGERENCIAS DE LINO MORALES GÓMEZ

CUALQUIER LUGAR HA SIDO BUENO PARA ÉL. Lino Morales Gómez tiene recopiladas miles de frases de filósofos, de la Biblia, del Corán, del Bhagavad Gita, del Refranero español ... que hacen referencia a "REGLAS PARA CAMINAR POR EL VIAJE DE LA VIDA". Agrupadas en bloques, tratan del conocimiento de uno mismo y de los demás, de cómo actuar, influir en los demás o neutralizar el sufrimiento, todo ello encaminado a encontrar la felicidad (palabra muy gastada pero con gran fondo filosófico).

lunes, 13 de junio de 2011

IDEAS GENERALES DE ESTE BLOG

En esta página, Lino Morales Gómez nos conduce a una reflexión completa sobre nuestro comportamiento ante situaciones cotidianas, tanto a nivel individual como en nuestras relaciones con los demás. Se trata de una serie de útiles sentencias, fruto de multitud de pensadores que el autor ha recogido a lo largo de su vida. Con ello, nos permite ver lo que han opinado sobre una misma cuestión autores de diversas épocas y credos diferentes.

Las etiquetas de las entradas responderán a los títulos siguientes:

1. CÓMO CONOCERTE A TI MISMO

2. TENER DOMINIO DE SÍ MISMO

3. REGLAS PARA TENER CONFIANZA EN SÍ MISMO

4. CÓMO FORTALECER LA VOLUNTAD

5. FRASES PROVERBIALES QUE INDUCEN A SER AUDAZ

6. CONSEJOS PARA SER ACTIVOS

7. REFLEXIONES SOBRE LOS PODERES MENTALES

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EXTRACTO DEL CAPÍTULO I. PARA CONOCER A LOS DEMÁS

Ten presente que la conducta de las personas no siempre es uniforme, pues en ello influyen multitud de circunstancias, y éstas pueden ser muy variables de momento a momento. El estado de ánimo puede ser la causa de que una misma persona tenga retazos, por ejemplo, de egoísmo o de generosidad de un momento a otro. Estos actos circunstanciales no son los que deben definir el carácter general de una persona. Generalmente, lo que define a una persona es la asiduidad o tendencia a comportarse de una determinada manera.

EXTRACTO DEL CAPÍTULO XI. Por Lino Morales Gómez

Generalmente, en nuestras relaciones sociales, solemos despreciar uno de los resortes más instructivos para llegar a conocernos y comprendernos, así como para adquirir un recto juicio y un esclarecido entendimiento, cual es el Consejo.

Esto no quiere decir que siempre debamos dar la razón o aceptar lo que otros piensan de nosotros, ni que tengamos que creerlos sin más, pero la crítica y el consejo de los otros sí puede sernos de mucha utilidad; por eso, será bueno y constructivo razonar sobre los puntos de vista de los juicios o pareceres que otras personas tienen sobre nosotros. Todo ello puede sernos útil para mejor conocernos a nosotros mismos.

De lo que sí deberemos asegurarnos siempre es de descubrir si en esos juicios o razonamientos de los otros hay intencionadamente deseos de perjudicarnos, bien por causa de intereses particulares, o que haya de por medio algún deseo de venganzas. Pues en estos casos siempre suele haber falsas ideas y calumniosas intenciones para perjudicarnos recurriendo y provocando morbosos y falsos juicios.

Lo que siempre debemos procurar es buscar tranquilidad en nuestra propia conciencia. Generalmente ésta es la que más puede darnos luz y satisfacciones personales. Así como claridad en nuestros juiciosos razonamientos.

EXTRACTO DEL CAPÍTULO X. Por Lino Morales Gómez

En el subconsciente está depositado todo lo que hemos vivido y olvidado, lo mismo malo que bueno. Y si sabemos aprovecharnos de sus impulsos, de sus excentricidades, puede que, incluso nos dé soluciones a casi todos nuestros problemas. Ahora bien, hay que saber pedírselas y saber sacar las debidas conclusiones.

Se trata de esas corazonadas, esas intuiciones, esas ideas instantáneas que, en muchos momentos, nos vienen a la mente sin ni siquiera nosotros haberlas buscado. Son emanaciones o reminiscencias del subconsciente, son la muestra de los materiales contenidos en él, son conclusiones de las experiencias que se han producido. Con ellas, podremos encauzar nuestro futuro comportamiento y alcanzar resultados satisfactorios y exitosos.

Además de estas intuiciones, tenemos otros modos de conectar con nuestro subconsciente. Todos hemos oído alguna vez esa famosa frase que con tanta frecuencia se suele decir cuando tenemos que decidir sobre algún asunto de más o menos importancia: “lo consultaré con la almohada”. Pues bien, esto significa, ni más ni menos, que pediremos consejo a ese inmenso almacén de experiencias que se encierran en el subconsciente. Con el sueño deja de actuar el consciente, dejando el camino libre al subconsciente. Éste aclara muchas incógnitas, ata muchos cabos que, el consciente, deja sueltos. Por esto, todos hemos experimentado alguna vez esa sensación de ver las cosas muy diferentes al despertarnos a la mañana siguiente de cómo las veíamos al acostarnos por la noche.

PRÓLOGO AL CAPÍTULO IX. Por Lino Morales Gómez

PRÓLOGO AL CAPÍTULO VIII. Por Lino Morales

Querer aparentar ser de otra manera a como somos, o simplemente querer ser diferente de cómo somos, limita nuestra espontaneidad, limita nuestra expresión, incluso limita, nuestra natural manera de exponer nuestras ideas. Es así como si tuviéramos a nuestro lado un dictador que estuviera imponiendo continuamente su voluntad, que estuviera diciendo no hagas esto, no digas aquello, ahora calla, ahora habla, ahora adula, ahora censura, etc. En este caso, siempre estaríamos violentados, cohibidos. Actuar así equivaldría a ser un auténtico esclavo, esclavo de un fantasma, que es mucho peor que serlo de un individuo real. Esto último, aunque malo, nos daría el derecho a poder odiar a un extraño, pero aquello sólo nos permitiría odiarnos a nosotros mismos y nos privaría de libertad absolutamente.

CONTENIDO DEL BLOG

En esta página electrónica, Lino Morales Gómez nos conduce a una reflexión completa sobre nuestro comportamiento ante situaciones cotidianas, tanto a nivel individual como en nuestras relaciones con los demás. Se trata de una serie de útiles sentencias, fruto de multitud de pensadores que el autor ha recogido a lo largo de su vida. Con ello, nos permite ver lo que han opinado sobre una misma cuestión autores de diversas épocas y credos.

Las etiquetas de las entradas responderán a los títulos siguientes, CADA UNO EN UN BLOG DIFERENTE: SUGERENCIAS DE LINO MORALES, SUGERENCIAS DE LINO MORALES (II), SUGERENCIAS DE LINO MORALES (III) ...

1. Cómo conocerte a ti mismo

2. Tener dominio de sí mismo

3. Reglas para tener confianza en uno mismo

4. Cómo fortalecer la voluntad

5. Frases proverbiales que inducen a ser audaz

6. Consejos para ser activos

7. Reflexiones sobre los poderes mentales

PRÓLOGO AL CAPÍTULO VII. Por Lino Morales Gómez

Como continuación del capítulo anterior, además de captar la verdad en nosotros y en los demás, hemos de ponerla en juego en todas nuestras acciones. Sólo así, podremos descubrir las múltiples experiencias gratificantes que conlleva su uso. Muchas veces, sentimos miedo a decirla, por la reacción que pueda ocasionar en los demás, pero el peso que en nosotros supone no manifestarla, es aplastante. Otras veces, tenemos miedo a que nos la digan por lo ingrata que nos puede resultar. Seríamos capaces de desear vivir con una mentira, antes de afrontar una verdad no deseada.

Tanto un caso como el otro, nos dejaría faltos de una vida completa. Pasaríamos parte de nuestra existencia falseando nuestra realidad y no disfrutaríamos de la integridad como personas, como entes a la vez materiales y espirituales.

PRÓLOGO AL CAPÍTULO VI. Por Lino Morales Gómez

La verdad es el fundamento de todas las cosas. A nadie se nos debe ocultar ni negar la verdad, pues, sin ella, sin la verdad no puede haber conocimiento, no puede haber virtud, no puede haber ética, no puede haber paz, no puede haber justicia, no puede haber honradez. Sin el conocimiento de la verdad, falla todo. Pero, no es tan fácil porque no sólo existe una verdad, sino muchas verdades, dependiendo de la realidad palpable de cada persona. Lo que sí es responsabilidad nuestra, es encontrar esa Verdad con mayúscula que, probablemente sea la suma de las pequeñas verdades de cada uno de nosotros.

PRÓLOGO AL CAPÍTULO V. Por Lino Morales Gómez

Los animales resuelven sus problemas de seguridad por medio del “instinto”. No dudan, pues, en dejarse llevar por sus primeras impresiones. Vemos, por ejemplo, que eligen los sitios más recónditos e inaccesibles para fabricar sus nidos o madrigueras. Sin duda, lo hacen por el instinto de protección, defensa y conservación, no por reflexión.

El instinto del hombre primitivo iba directamente desde la necesidad al objeto deseado, al objeto que precisaba para satisfacer la necesidad. El hombre racional e instruido de hoy hace pasar el instinto a través de la reflexión y del razonamiento, aunque el principio y el fin sigan teniendo la misma procedencia que en aquellos primitivos. Aquéllos, cogían la fruta saltando, el hombre de hoy la coge con escalera. Y, tanto unos como otros, la manipulan para conservarla y poderla consumir a más largo plazo.

Así pues, debemos preguntarnos siempre por el origen de nuestros deseos y por la manera racional de satisfacerlos. Pero también siempre, debemos darnos cuenta de quién es el que analiza al deseo, quién es el que está juzgando al deseo, o al temor, quién es el que dice o no dice a sí mismo “anda” o “estate quieto”, quién es ese que está dentro y no fuera de nosotros mismos. Quién es ése que desde dentro de nosotros nos está dando órdenes?

PRÓLOGO AL CAPÍTULO IV. Por Lino Morales Gómez

No debemos dejarnos atrapar por nuestros instintos, ni por sentimientos irracionales, ni incluso por nuestras sensaciones externas. Todas estas facultades son instrumentos a nuestro servicio y debemos procurar estar en todo momento por encima y aparte de todas ellas. Nunca debemos perder de vista que todo esto lo tenemos para manifestarnos y relacionarnos a través de ello. Son como herramientas que utilizamos para realizar una obra que tenemos encomendada, cual es: nuestra propia y personal realización. Todo sin perder en ningún momento el contacto con nuestro mundo exterior. Hemos de procurar que estas herramientas o instrumentos estén en perfecto estado de funcionamiento, bien afinados, bien templados y entonados.

Pero mucho cuidado con esto, pues hay una mayoría abrumadora de personas que en vez de tener estas facultades a su servicio, son ellos los que están al servicio de ellas, no se aprovechan del cuerpo que tienen, sino que es el cuerpo el que se aprovecha de ellos. Andan por el mundo para satisfacer las demandas de su cuerpo. Se trata de personas irracionales, esclavos de sus instintos. Luego, para acallar su conciencia, procuran convencerse de que, por lo único que merece la pena sacrificarse en este mundo, es por los placeres, por los que se debe luchar.

PRÓLOGO AL CAPÍTULO III. Por Lino Morales Gómez

Está claro que por encima de todas las facultades físicas que poseemos para lograr sobrevivir, por encima de todas nuestras pasiones y sentimientos, incluso por encima de nuestros razonamientos y experiencias, estamos nosotros. Está nuestro Yo. Está el “Yo mismo”. Está el que maneja y dirige, o al menos el que debe manejar y dirigir al complejo “Hombre”. Ese Yo es la totalidad de todas nuestras facultades, de todas nuestras vivencias y de todo el tiempo de la vida del hombre. Además, nuestro Yo puede actuar al margen de cualquiera de nuestras facultades. Puede condicionar nuestro comportamiento, nuestras vivencias y nuestras actuaciones futuras. Ese Yo no está en ninguna de las partes físicas de que constamos, sino que lo vamos tejiendo y formando a lo largo de toda nuestra existencia, de la totalidad de nuestra vida.

PRÓLOGO AL CAPÍTULO II. Por Lino Morales Gómez

PRÓLOGO AL CAPÍTULO I. POR LINO MORALES GÓMEZ

Es bueno tener pensamientos optimistas, aspirar a conocerlo todo, a poseer la verdad de todas las cosas. Está bien que consigamos sacar a nuestras facultades el máximo rendimiento de que sean capaces. Pero no nos engañemos, no nos prometamos conseguir cosas irrealizables, no nos prometamos coger la luna con las manos, apartémonos de los delirios de grandeza. Esto puede traernos grandes decepciones. Ahora bien, el otro extremo es aún peor, el de los pensamientos pesimistas, que también podemos tenerlos. Estos últimos son capaces de sembrar en nosotros el miedo, la indecisión, convirtiéndonos en unos taciturnos, indecisos e incapaces.